El Papa anima, por el contrario, a ser «indulgentes con las personas»
21 Marzo 10 - Ciudad del Vaticano
Considera que los pecadores deben responder «frente a Dios», pero no merecen la lapidación pública.
Un día después de publicar su carta pastoral a los católicos de Irlanda, en la que afirma que «Dios y los tribunales» juzgarán a los sacerdotes que han cometido abusos sexuales con menores, Benedicto XVI dedicó sus palabras del Ángelus dominical a hablar del pecado. «Debemos aprender a no juzgar ni condenar al prójimo. Aprendamos a ser intransigentes con el pecado, empezando con el nuestro, e indulgentes con las personas», afirmó el Santo Padre ante los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
El Pontífice se sirvió del pasaje del Evangelio en el que se narra la historia de la mujer adúltera condenada a muerte, salvada por Jesucristo con su célebre frase: «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra». Jesús, recordó Benedicto XVI, logró que los acusadores se fueran y «absolvió a la mujer de su pecado, introduciéndola en una nueva vida, orientada al bien». «Ni yo te condeno; ve y de ahora en adelante no peques más», le dijo Cristo a la mujer adúltera.
Por encima de la Justicia de los hombres, dijo Benedicto XVI, se sitúa la Justicia de Dios, la cual está «fundada sobre el amor». «Mientras está enseñando en el Templo llevan a Jesús una mujer sorprendida mientras cometía adulterio, condenada según la ley a la lapidación». Cristo, explicó el Santo Padre, fue sometido a una prueba por los hombres, ya que debía juzgar a la pecadora. «La escena está llena de dramatismo: de las palabras de Jesús depende la vida de esa persona, pero también la suya propia. Los acusadores hipócritas fingen cederle el juicio, mientras que en realidad es a él al que quieren acusar y juzgar». Sin embargo, Jesús «sabe lo que hay en el corazón del hombre» y «quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador y desenmascarar la hipocresía».
Las palabras de Benedicto XVI son una señal de alarma para todos los que están atacando a la Iglesia y a los religiosos que cometieron abusos con menores en Irlanda. Los pecadores deben responder «frente a Dios» y «someterse a las exigencias de los tribunales», pero no merecen la lapidación pública.
El Pontífice se sirvió del pasaje del Evangelio en el que se narra la historia de la mujer adúltera condenada a muerte, salvada por Jesucristo con su célebre frase: «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra». Jesús, recordó Benedicto XVI, logró que los acusadores se fueran y «absolvió a la mujer de su pecado, introduciéndola en una nueva vida, orientada al bien». «Ni yo te condeno; ve y de ahora en adelante no peques más», le dijo Cristo a la mujer adúltera.
Por encima de la Justicia de los hombres, dijo Benedicto XVI, se sitúa la Justicia de Dios, la cual está «fundada sobre el amor». «Mientras está enseñando en el Templo llevan a Jesús una mujer sorprendida mientras cometía adulterio, condenada según la ley a la lapidación». Cristo, explicó el Santo Padre, fue sometido a una prueba por los hombres, ya que debía juzgar a la pecadora. «La escena está llena de dramatismo: de las palabras de Jesús depende la vida de esa persona, pero también la suya propia. Los acusadores hipócritas fingen cederle el juicio, mientras que en realidad es a él al que quieren acusar y juzgar». Sin embargo, Jesús «sabe lo que hay en el corazón del hombre» y «quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador y desenmascarar la hipocresía».
Las palabras de Benedicto XVI son una señal de alarma para todos los que están atacando a la Iglesia y a los religiosos que cometieron abusos con menores en Irlanda. Los pecadores deben responder «frente a Dios» y «someterse a las exigencias de los tribunales», pero no merecen la lapidación pública.
No trato en ningún momento de corregir a su Santidad, ni muchísimo menos, estos comentarios que voy hacer solo pretenden dar un punto de vista diferente pero me adhiero totalmente a la idea del perdón aunque creo hay que buscar el acoplamiento de la parábola de la adúltera al caso que nos ocupa.
ResponderEliminarRealmente además del versículo de la mujer adúltera (Juan 8, 1-11), otro que sería de aplicación es el de la piedra de molino (Lucas 17, 1-2); este parece mas apropiado a simple vista pero verdaderamente es muy duro y acepto que su santidad lo haya obviado, este dice lo siguiente:
LUCAS 17,1-2: 1 Dijo a sus discípulos: "Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!
2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.
Estos "sacerdotes" pederastas que han abusado de niños inocentes, sus obras son estas y hablan de ellos con claridad, no se pueden llamar cristianos. Por otro lado cuando Jesús dice estas palabras está junto a los niños, estos niños están en la presencia del Señor, son niños en gracia de Dios.
En los versículos que hacen referencia a la mujer adúltera, también Jesucristo está presente e invita a esa mujer a la conversión, sin duda tras ese encuentro con El, la conversión es mas que segura. Los fariseos que la quieren lapidar se quedan sin argumentos, probablemente algunos así lo afirman, que cada uno de ellos ve en lo que Jesús escribía, sus propios pecados y se van marchando poco a poco, los primeros que lo hacen son los de mayor edad. Es decir los mas pecadores, durante su vida no pusieron freno a sus defectos y estos fueron en aumento.
Esto mismo es lo que pasa con la pedofilia, una tendencia que si no se corta te convierte en pederasta.
La clave a mi entender está en ambos versículos, si no te arrepientes de los abusos tu mismo te estás poniendo la soga que prende la piedra, es decir que la condena se hace segura y el diablo está a la espera frotándose las manos.
Y por la lectura de la mujer adúltera Jesucristo está llamando a estos "sacerdotes" a la conversión pero para que esta sea eficaz se hace necesario un encuentro personal con Él lo mismo que sucede en el evangelio.
Y como deseamos que no se coloquen la soga al cuello sino que se conviertan y sean perdonados, desatamos cualquier pensamiento de condena para no interferir en el perdón.
Otra cosa es lo que dictamine la justicia, que si son condenados deberán cumplir sus penas.
Lo mas importante de todo es que sean preparados con los medios que cuenta el clero para propiciar un encuentro personal con Jesús, en ello está su salvación y es lo que todos deseamos.