De Corazón a corazón: Num 21,4-9 (“Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta; cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado”) ; Jn 8,21-30 (“Cuando hayáis levantado al hijo del hombre, conoceréis que yo soy”)
Contemplación, vivencia, misión: La "mirada" del corazón a Cristo crucificado hace recuperar el sentido de la vida. "Todo ha sido creado por él y en él" (Col 1,16) y "todo tiene que ser recapitulado en Cristo" (Ef 1,10)). Él ha sido "exaltado" (Fil 2,9) en sentido opuesto a nuestra lógica. El "camino" está trazado: amar como él. La historia se sanea de los mordiscos del egoísmo y se construye sólo en ese amor. "Mirar al que traspasaron" (Jn 19,37), supone compartir su misma vida y amor.
*En el día a día con la Madre de Jesús: Este camino de fe comprometida es el que también siguió María. Ella tenía que compartir la misma "espada" (Lc 2,35) de humillación y elevación.
*Alegría del Evangelio, renovación misionera: “En la cruz, cuando Cristo sufría en su carne el dramático encuentro entre el pecado del mundo y la misericordia divina, pudo ver a sus pies la consoladora presencia de la Madre y del amigo” (Evangelii Gaudium, n.285)
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