De Corazón a corazón: Is 49,1-6 ("El Señor me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor"); Jn 13,21-33.36-38 (“Jesús se estremeció… Os aseguro que uno de vosotros me entregará… Judas salió. Ya era de noche”… A Pedro: “No cantará el gallo antes de que me hayas entregado tres veces”)
Contemplación, vivencia, misión: La debilidad de los discípulos se manifestó con frecuencia: desaconsejando el camino de la cruz, pidiendo "milagros" para castigar, buscando los primeros puestos, durmiendo en Getsemaní, negando la relación con él, abandonándolo en la pasión, dudando de su resurrección… Pero Jesús ya asumió esta realidad pecadora (también de toda la humanidad) desde el seno de su Madre y nuestra, como encargo del Padre para vivificarnos en él.
*En el día a día con la Madre de Jesús: María convivió con los Apóstoles, al menos en las bodas de Caná y en el inicio del seguimiento evangélico (cfr. Jn 2,11-12). Al pie de la cruz constató la ausencia de todos, salvo el discípulo amado y algunas mujeres. El encargo que le dio Jesús ("he aquí a tu hijo") asume la debilidad de los "discípulos", que luego orarán en sintonía con ella en el Cenáculo para recibir con ella el Espíritu Santo (cfr. Hech 1,14).
*Alegría del Evangelio, renovación misionera: “Si vamos al fondo de estos textos bíblicos, tenemos que llegar a descubrir que el primer ámbito donde estamos llamados a lograr esta pacificación en las diferencias es la propia interioridad, la propia vida siempre amenazada por la dispersión dialéctica” (Evangelii Gaudium, n.229)
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