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miércoles, 27 de junio de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)



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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 27 de junio de 2012 03:42:44 GMT+02:00
Para: <Unosmomentos@yahoogroups.com>
Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)
Responder a: Unosmomentos-owner@yahoogroups.com

 

 
 
 
Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)

 
SANTORAL:
San Cirilo de Alejandría
 
 
Lectura del segundo libro de los Reyes 22, 8-13; 23, 1-3
 
El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán: «He encontrado el libro de la Ley en la Casa del Señor.»
Jilquías entregó el libro a Safán, y este lo leyó. Luego el secretario Safán se presentó ante el rey, y le informó, diciendo: «Tus servidores han volcado la plata que se encontraba en la Casa y se la entregaron a los que dirigen las obras, a los encargados de supervisar la Casa del Señor.»
Luego el secretario Safán anunció al rey: «Jilquías, el sacerdote, me ha dado un libro.» Y Safán lo leyó delante del rey.
Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley, rasgó sus vestiduras, y dio esta orden a Jilquías, el sacerdote, a Ajicám, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, a Safán, el secretario, y a Asaías, el servidor del rey: «Vayan a consultar al Señor por mí, por todo el pueblo y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que ha sido encontrado. Porque es grande el furor del Señor que se ha encendido contra nosotros, ya que nuestros padres no han obedecido a las palabras de este libro y no han obrado conforme a todo lo que está escrito en él.»
El rey mandó que se reunieran junto a él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió a la Casa del Señor, acompañado de todos los hombres de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén -los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño al más grande- , y les leyó todas las palabras del libro de la Alianza, que había sido hallado en la Casa del Señor.
Después, de pie sobre el estrado, el rey selló delante del Señor la alianza que obliga a seguir al Señor y a observar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos, de todo corazón y con toda el alma, cumpliendo las palabras de esta alianza escritas en aquel libro. Y todo el pueblo se comprometió en la alianza.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 118, 33. 34. 35. 36. 39. 40 (R.: 33a)
 
R. Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos.
 
 Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos,
 y yo los cumpliré a la perfección.  R.
 
 Instrúyeme, para que observe tu ley
 y la cumpla de todo corazón.  R.
 
 Condúceme por la senda de tus mandamientos,
 porque en ella tengo puesta mi alegría.  R.
 
 Inclina mi corazón hacia tus prescripciones
 y no hacia la codicia.  R.
 
 Aparta de mí el oprobio que temo,
 porque tus juicios son benignos.  R.
 
 Yo deseo tus mandamientos:
 vivifícame por tu justicia.  R.
 
 
 X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
 
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión   
 
 
En el Antiguo Testamento, Dios había advertido a menudo que nos pusiéramos en guardia contra los ¨falsos profetas¨.
Jesús subraya aquí cuán semejantes son exteriormente a los profetas auténticos: se visten con una capa de buena moral, de buena doctrina..., y es por eso que es difícil reconocerlos.
 
Muchas veces, nos creamos falsos temores contra gente de otras religiones, contra esas personas que claramente se ve que no son de Dios, y bajamos la guardia con los que están más cerca. Y el peligro no está muchas veces en los enemigos externos, que se pueden reconocer más fácilmente, sino en aquellos que aparentando una vida normal..., son lobos rapaces, incluso cuando pretenden hablar en nombre de Dios.
 
Por eso Jesús nos da la forma para reconocerlos.
Con realismo, el Señor nos invita a que los miremos y veamos cómo actúan.
El verdadero valor de una persona se manifiesta por lo que hace.
Muchas veces, se puede hablar mucho de la Iglesia, y sin embargo a la hora de obedecer, no se obedece lo que la Iglesia dice y enseña.
 
Cristo se enfrentó durante su vida en la tierra en forma permanente con escribas y fariseos, que eran en apariencia gente muy religiosa y que sin embargo estaban muchas veces muy lejos de Dios.
 
Por eso debemos siempre mirar las obras: el fruto,... el buen fruto.
 
Y como cada uno de nosotros somos también profetas de Cristo, pidámosle al Señor que transforme nuestro corazón para que también nuestro fruto sea bueno. Nuestro corazón, la calidad de lo que tenemos dentro, la calidad del árbol, será lo que determine qué sale de nosotros. Cuando nuestro corazón está lleno de Dios, los frutos serán de Dios, pero si nuestro corazón, nuestro interior está enfermo, daremos frutos enfermos.
 
Pidamos también al Señor el don de discernimiento para poder siempre darnos cuenta de lo que viene de Dios.
A la hora de evaluar la autenticidad de un profeta, de un grupo, pongamos atención en las consecuencias de su accionar. Lo que sale de los auténticos profetas son acciones dignas de Dios. No puede el árbol bueno dar frutos malos. Si da frutos malos, entonces no es de Dios.
 
Por supuesto en nuestras vidas, a veces nuestras acciones no son dignas de Dios. Somos pecadores y caemos, pero al Señor no le interesa una caída. Le interesa nuestra lucha y nuestras intenciones. Le interesa cómo es la trama general de nuestra vida.
 
Por eso hoy vamos a pedirle muy especialmente a Él, que nunca seamos falsos profetas, que podamos ser árboles fértiles y sanos, que den abundantes frutos.
 
La advertencia del Señor es clara, al árbol malo se lo corta y se lo hecha al fuego.

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