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sábado, 30 de junio de 2012

[Nueva entrada] Domingo 13° Tiempo Ordinario, año B (1 julio 2012)


viernes, 29 de junio de 2012

[Nueva entrada] Sábado semana 12ª Tiempo Ordinario (30 junio, Protomártires de Roma)


jueves, 28 de junio de 2012

[Nueva entrada] San Pedro y San Pablo (29 junio 2012)


Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 28-6-12 (Jueves de la Semana 12)



stagduran
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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 28 de junio de 2012 01:41:38 GMT+02:00
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Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 28-6-12 (Jueves de la Semana 12)
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Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 28-6-12 (Jueves de la Semana 12)

 
SANTORAL:
San Ireneo
 
 
Lectura del segundo libro de los Reyes 24, 8-17
 
 Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, y era de Jerusalén. El hizo lo que es malo a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre.
 En aquel tiempo, los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén, y la ciudad quedó sitiada.
 Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a la ciudad mientras sus servidores la sitiaban, y Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia junto con su madre, sus servidores, sus príncipes y sus eunucos. El rey de Babilonia los tomó prisioneros en el año octavo de su reinado. Luego retiró de allí todos los tesoros de la Casa del Señor y los tesoros de la casa del rey, y rompió todos los objetos que Salomón, rey de Judá, había hecho para la Casa del Señor, como lo había anunciado el Señor. Deportó a todo Jerusalén, a todos los jefes y a toda la gente rica -diez mil deportados- además de todos los herreros y cerrajeros: sólo quedó la gente más pobre del país.
 Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país. A todos los guerreros -en número de siete mil- a los herreros y cerrajeros -en número de mil- todos aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a su país.
 El rey de Babilonia designó rey, en lugar de Joaquín, a su tío Matanías, a quien le cambió el nombre por el de Sedecías.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 78, 1-2. 3-5. 8. 9 (R.: 9b)
 
R. Líbranos, Señor, a causa de tu Nombre.
 
 Señor, los paganos invadieron tu herencia,
 profanaron tu santo Templo,
 hicieron de Jerusalén un montón de ruinas;
 dieron los cadáveres de tus servidores
 como pasto a las aves del cielo,
 y la carne de tus amigos, a las fieras de la tierra.
  R.
 
 Derramaron su sangre como agua
 alrededor de Jerusalén,
 y nadie les daba sepultura.
 Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
 la irrisión y la burla de los que nos rodean.
 ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Estarás enojado para siempre?
 ¿Arderán tus celos como un fuego? 
R.
 
 No recuerdes para nuestro mal
 las culpas de otros tiempos;
 compadécete pronto de nosotros,
 porque estamos totalmente abatidos. 
R.
 
 Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
 por el honor de tu Nombre;
 líbranos y perdona nuestros pecados,
 a causa de tu Nombre. 
R.
 
 
 
 
 X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 21-29
 
 Jesús dijo a sus discípulos:
 «No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
 Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?"
 Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal."
 Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en
 práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
 Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede
 compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.»
 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba
 asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión   
 

Jesús quiere dejar las cosas bien claras. No basta reconocerlo como Señor y Salvador, ni tampoco participar de los dones que eran comunes en las primeras comunidades cristianas, de poder expulsar demonios, de profetizar en el nombre del Señor, de hacer milagros..

Nos dice claramente que lo único que importa es cumplir la voluntad del Padre. Jesús quiere seguidores. Y el Padre, quiere obras de amor.

Sin ellas, aún las maravillas que se hayan podido hacer en su nombre, las declara sin valor.

Dios rechaza las obras que no surjan del amor.

Y para aclarar sus palabras, compara al hombre que escucha su palabra y las pone por obra, con una casa construida sobre roca. Cuando la casa está construida sobre cimiento sólidos, que a pesar de las tempestades sigue en pie.

En cambio aquellos que escuchan con gusto la palabra de Dios, pero no las ponen en práctica, son como una casa sin buena base. Cuando aparecen los primeros reveses, los primeros vientos fuertes, se derrumba.

La gente que escuchaba a Jesús estaba impresionada, porque las palabras que Jesús decía, tenían autoridad. Se notaba que el Señor sabía lo que decía.

Las palabras de Jesús hoy, nos tienen que mover a un profundo análisis. ¿Nosotros, somos de los sensatos que construimos sobre roca? ¿Ponemos por obras las palabras de Jesús?

No poner por obras las palabras del Señor, van desde el rechazo total de su palabra, hasta la mutilación de las palabras del Señor.

Una cosa es predicar a Jesucristo y otra cosa es predicar lo que nos conviene de Jesucristo.

Y el Evangelio hay que predicarlo en su totalidad, y su exigencia máxima es la caridad y las obras.

Muchas veces nos conformamos con participar de un grupo, con reunirnos para alabar a Dios. Pero no somos capaces de dirigirnos a nuestro hermano que nos necesita. No somos capaces de luchar por la justicia, por la paz.

Si no sabemos descubrir el rostro de Jesús en nuestros hermanos, Jesús tampoco nos reconocerá a nosotros. Nos va a decir ¨Nunca los he conocido¨.

Cuando nuestra fé no se traduce en obras, quizá nuestra vida esté sólo exteriormente llena del Señor.

Todos llevamos dentro de nosotros al prudente y al insensato, nuestra lucha consiste precisamente en hacer que surja el primero, a pesar del peso muerto de nuestra insensatez.

Hoy vamos a pedirle a María, que no nos deje caer en la tibieza, que siempre escuchemos al Señor cuando nos sopla en nuestra conciencia: "No estás haciendo lo que debés hacer, vos podés hacer mucho más".
Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos,
la obra de tus manos.
 
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: "Venid y trabajad".<

miércoles, 27 de junio de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 26-6-12 (Martes de la Semana 12)



stagduran
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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 26 de junio de 2012 02:59:42 GMT+02:00
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Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 26-6-12 (Martes de la Semana 12)
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Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 26-6-12 (Martes de la Semana 12)

 
SANTORAL:
 San Paulino de Nola
 
Lectura del segundo libro de los Reyes 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36
 
Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle: «Hablen así a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú te vas a librar?
Ezequías tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor y oró, diciendo: «Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra. Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios viviente. Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las naciones y sus territorios. Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer. Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres Dios!»
Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: «Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria, y yo la he escuchado. Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te desprecia, se burla de ti, la virgen hija de Sión; a tus espaldas mueve la cabeza la hija de Jerusalén. Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Por eso, así habla el Señor acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad, ni le lanzará una flecha; no la enfrentará con el escudo, ni le levantará contra ella un terraplén. Se volverá por el mismo camino, sin entrar en esta ciudad -oráculo del Señor-. Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi servidor.»
Aquella misma noche, el Angel del Señor salió e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, emprendió el regreso y se quedó en Nínive.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 47, 2-3a. 3b-4. 10-11 (R.: cf. 9d)
 
R. Dios afianzó para siempre su Ciudad.
 
 El Señor es grande y digno de alabanza,
 en la Ciudad de nuestro Dios.
 Su santa Montaña, la altura más hermosa,
 es la alegría de toda la tierra.  R.
 
 La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
 es la Ciudad del gran Rey:
 el Señor se manifestó como un baluarte
 en medio de sus palacios.  R.
 
 Nosotros evocamos tu misericordia
 en medio de tu Templo, Señor.
 Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
 llega hasta los confines de la tierra;
 tu derecha está llena de justicia.  R.
 
 
  X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
 
Jesús dijo a sus discípulos:
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión   
 
 
La puerta de acceso al Reino de Dios es única y no es fácil de atravesar. Reclama un cambio profundo, sincero y permanente de vida. Pero si nosotros nos decidimos a hacerlo, del resto se encarga Dios. Él tiene sus propios y misteriosos caminos para que lo alcancemos
 
En los últimos consejos de Jesús, al acabar el sermón de las Bienaventuranzas, insiste en que no es fácil el camino que lleva a la vida y a la salvación; y que la puerta de entrada al reino es angosta. Como contraste, resulta mucho más fácil seguir el camino ancho que lleva a la perdición, y por eso es que no son muchos los decididos a meterse por la senda estrecha de la vida verdadera.
 
En estos tiempos, no nos gusta la cruz de Cristo.
La cruz no se acomoda muy bien a las modas de hoy, y queremos muchas veces eliminarla de nuestra vida.
Recorrer el camino de una vida cristiana generosa, sincera y perseverante es costoso. Por eso es que Jesús habla de la puerta angosta y el camino estrecho. Pero este camino nos conduce a la felicidad eterna. A una felicidad que incluso la descubrimos cuando lo comenzamos a recorrer
 
Sin embargo, con demasiada frecuencia preferimos el camino ancho, fácil, y nos desagrada la manera de hablar de Jesús.
El camino de las Bienaventuranzas no es el camino de la facilidad. Los valores que proclama nuestro mundo materialista son la antítesis, de los que nos señala Jesús en el sermón de la montaña.
 
Y al mismo tiempo que nos gusta entrar por la puerta grande y caminar por la vía ancha, nos fascina escuchar a los falsos profetas de hoy que nos ofrecen pastos maravillosos.
Prometen felicidad, paz y hasta salvación, por unas cuantas monedas, o tal vez con otras formas.
 
En nuestro mundo de hoy, parece que ha perdido eficacia el evangelio.
Jesús nos advierte seriamente contra eso.
Pedro le dice a Jesús: Señor, adónde iremos, Tú eres el único que tiene palabras de vida eterna.
 
Jesús es el verdadero  camino, para llegar al Padre. Él es el camino, la verdad y la vida.
 
Vamos a pedirle hoy a nuestro Señor que nos acompañe por el camino que Él recorrió. Y a María, su madre y nuestra madre, que nos dé fuerzas para renunciar a todo lo que no es agradable a Dios, que nos enseñe a hacernos pequeños como ella, para así poder pasar por esa puerta angosta, que es Cristo. Esa puerta que nos lleva a la verdadera felicidad.
 
Cuando la muerte sea vencida
y estemos libres en el reino,
cuando la nueva tierra nazca
en la gloria del nuevo cielo,
cuando tengamos la alegría
con un seguro entendimiento
y el aire sea como una luz
para las almas y los cuerpos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
 
Cuando veamos cara a cara
lo que hemos visto en un espejo
y sepamos que la bondad
y la belleza están de acuerdo,
cuando, al mirar lo que quisimos,
lo veamos claro y perfecto
y sepamos que ha de durar,
sin pasión, sin aburrimiento,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
 
Cuando vivamos en la plena
satisfacción de los deseos,
cuando el Rey nos ame y nos mire,
para que nosotros le amemos,
y podamos hablar con él
sin palabras, cuando gocemos
de la compañía feliz
de los que aquí tuvimos lejos,
entonces, sólo entonces, estaremos contentos.
 
Cuando un suspiro de alegría
nos llene, sin cesar, el pecho,
entonces -siempre, siempre-, entonces
seremos bien lo que seremos.
 
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo, que es su Verbo,
gloria al Espíritu divino,
gloria en la tierra y en el cielo. Amén. 
 
Himno de la Liturgia de las Horas

 

 
 

SANTORAL: San Josemaría

San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, abrió nuevos caminos de santidad en la Iglesia Católica, recordando que todos los hombres y mujeres pueden alcanzar la santidad realizando su trabajo y sus actividades diarias con un espíritu cristiano.

Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José y Dolores. Tuvo cinco hermanos: Carmen (1899-1957), Santiago (1919-1994) y otras tres hermanas menores que él, que murieron cuando eran niñas. El matrimonio Escrivá dio a sus hijos una profunda educación cristiana.

En 1915 quebró el negocio comercial del padre y hubo de trasladarse a Logroño, donde encontró otro trabajo. En esa ciudad, Josemaría percibe por primera vez su vocación: después de ver unas huellas en la nieve de los pies descalzos de un religioso, intuye que Dios desea algo de él, aunque no sabe exactamente qué es. Piensa que podrá descubrirlo más fácilmente si se hace sacerdote, y comienza a prepararse primero en Logroño y más tarde en el seminario de Zaragoza. Estudia la carrera civil de Derecho, como alumno libre.

Su padre muere en 1924, y él queda como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en una parroquia rural y luego en Zaragoza. En 1927 se traslada a Madrid, con permiso de su obispo, para obtener el doctorado en Derecho. Allí, el 2 de octubre de 1928, durante unos ejercicios espirituales, ve qué es lo que Dios le pide, y funda el Opus Dei. Desde entonces comienza a trabajar en la fundación, a la vez que sigue ejerciendo el ministerio sacerdotal, especialmente entre pobres y enfermos. Además, estudia en la Universidad de Madrid y da clases para mantener a su familia.

En 1946 fija su residencia en Roma. Obtiene el doctorado en Teología por la Universidad Lateranense. Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas, miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología y prelado de honor de Su Santidad. Desde Roma va en numerosas ocasiones a distintos países de Europa -y en 1970 a México-, para impulsar el establecimiento y la consolidación del Opus Dei en esos lugares. Con el mismo objeto, en 1974 y en 1975 hace dos largos viajes por América Central y del Sur, donde además tiene reuniones de catequesis con grupos numerosos de personas.

San Josemaría falleció en Roma el 26 de junio de 1975. Miles de personas, incluyendo un tercio del Episcopado mundial, solicitaron a la Santa Sede que abriera su proceso de Beatificación y Canonización.

Después de su muerte, miles de cartas llegaron a Roma para pedir al Papa la apertura de su Causa de Beatificación y Canonización. Entre ellas había cartas de 69 Cardenales y cerca de 1.300 Obispos (más de un tercio del episcopado mundial). Se han atribuido varios milagros a la intercesión de San Josemaría, incluyendo algunas curaciones médicamente inexplicables. El milagro aprobado para la beatificación de Monseñor Escrivá fue la curación, en 1976, de una Carmelita de la Caridad, la hermana Concepción Boullón Rubio, que se encontraba al borde de la muerte.

Después de un examen exhaustivo de la vida y obra de Monseñor Escrivá -un proceso de casi 10 años- el Papa Juan Pablo II  le beatificó el 17 de mayo de 1992 en la plaza de San Pedro. La beatificación de Mons. Escrivá, junto con la de la beata Josefina Bakhita, tuvo lugar ante una de las mayores multitudes que se han reunido en San Pedro durante este siglo, unas 300.000 personas incluyendo 34 cardenales y 200 obispos. En su homilía, Juan Pablo II dijo a los fieles: "Con sobrenatural intuición, el Beato Josemaría predicó incansablemente la llamada a la santidad y al apostolado.

Diez años más tarde, el 6 de octubre de 2002, Juan Pablo II canoniza al fundador del Opus Dei en la plaza de San Pedro ante una multitud de más de 80 países. El Santo Padre, en su discurso a los participantes en la canonización, dijo que "san Josemaría fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir que fue el santo de lo ordinario".

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Santos: Pelayo niño, Salvio, Superio, mártires; Juan, Pablo, hermanos; Antelmo, Virgilio, Rodolfo, Constantino, Marciano, obispos; Majencio,
presbítero; Perseveranda, virgen; David, eremita.

 

Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Wiechs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
   

 

Unos Momentos con Jesús y María
 
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Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)



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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 27 de junio de 2012 03:42:44 GMT+02:00
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Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)
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Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 27-6-12 (Miércoles de la Semana 12)

 
SANTORAL:
San Cirilo de Alejandría
 
 
Lectura del segundo libro de los Reyes 22, 8-13; 23, 1-3
 
El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán: «He encontrado el libro de la Ley en la Casa del Señor.»
Jilquías entregó el libro a Safán, y este lo leyó. Luego el secretario Safán se presentó ante el rey, y le informó, diciendo: «Tus servidores han volcado la plata que se encontraba en la Casa y se la entregaron a los que dirigen las obras, a los encargados de supervisar la Casa del Señor.»
Luego el secretario Safán anunció al rey: «Jilquías, el sacerdote, me ha dado un libro.» Y Safán lo leyó delante del rey.
Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley, rasgó sus vestiduras, y dio esta orden a Jilquías, el sacerdote, a Ajicám, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, a Safán, el secretario, y a Asaías, el servidor del rey: «Vayan a consultar al Señor por mí, por todo el pueblo y por todo Judá, acerca de las palabras de este libro que ha sido encontrado. Porque es grande el furor del Señor que se ha encendido contra nosotros, ya que nuestros padres no han obedecido a las palabras de este libro y no han obrado conforme a todo lo que está escrito en él.»
El rey mandó que se reunieran junto a él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió a la Casa del Señor, acompañado de todos los hombres de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén -los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño al más grande- , y les leyó todas las palabras del libro de la Alianza, que había sido hallado en la Casa del Señor.
Después, de pie sobre el estrado, el rey selló delante del Señor la alianza que obliga a seguir al Señor y a observar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos, de todo corazón y con toda el alma, cumpliendo las palabras de esta alianza escritas en aquel libro. Y todo el pueblo se comprometió en la alianza.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 118, 33. 34. 35. 36. 39. 40 (R.: 33a)
 
R. Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos.
 
 Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos,
 y yo los cumpliré a la perfección.  R.
 
 Instrúyeme, para que observe tu ley
 y la cumpla de todo corazón.  R.
 
 Condúceme por la senda de tus mandamientos,
 porque en ella tengo puesta mi alegría.  R.
 
 Inclina mi corazón hacia tus prescripciones
 y no hacia la codicia.  R.
 
 Aparta de mí el oprobio que temo,
 porque tus juicios son benignos.  R.
 
 Yo deseo tus mandamientos:
 vivifícame por tu justicia.  R.
 
 
 X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20
 
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.
Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
 
Palabra del Señor.
 
 
 
Reflexión   
 
 
En el Antiguo Testamento, Dios había advertido a menudo que nos pusiéramos en guardia contra los ¨falsos profetas¨.
Jesús subraya aquí cuán semejantes son exteriormente a los profetas auténticos: se visten con una capa de buena moral, de buena doctrina..., y es por eso que es difícil reconocerlos.
 
Muchas veces, nos creamos falsos temores contra gente de otras religiones, contra esas personas que claramente se ve que no son de Dios, y bajamos la guardia con los que están más cerca. Y el peligro no está muchas veces en los enemigos externos, que se pueden reconocer más fácilmente, sino en aquellos que aparentando una vida normal..., son lobos rapaces, incluso cuando pretenden hablar en nombre de Dios.
 
Por eso Jesús nos da la forma para reconocerlos.
Con realismo, el Señor nos invita a que los miremos y veamos cómo actúan.
El verdadero valor de una persona se manifiesta por lo que hace.
Muchas veces, se puede hablar mucho de la Iglesia, y sin embargo a la hora de obedecer, no se obedece lo que la Iglesia dice y enseña.
 
Cristo se enfrentó durante su vida en la tierra en forma permanente con escribas y fariseos, que eran en apariencia gente muy religiosa y que sin embargo estaban muchas veces muy lejos de Dios.
 
Por eso debemos siempre mirar las obras: el fruto,... el buen fruto.
 
Y como cada uno de nosotros somos también profetas de Cristo, pidámosle al Señor que transforme nuestro corazón para que también nuestro fruto sea bueno. Nuestro corazón, la calidad de lo que tenemos dentro, la calidad del árbol, será lo que determine qué sale de nosotros. Cuando nuestro corazón está lleno de Dios, los frutos serán de Dios, pero si nuestro corazón, nuestro interior está enfermo, daremos frutos enfermos.
 
Pidamos también al Señor el don de discernimiento para poder siempre darnos cuenta de lo que viene de Dios.
A la hora de evaluar la autenticidad de un profeta, de un grupo, pongamos atención en las consecuencias de su accionar. Lo que sale de los auténticos profetas son acciones dignas de Dios. No puede el árbol bueno dar frutos malos. Si da frutos malos, entonces no es de Dios.
 
Por supuesto en nuestras vidas, a veces nuestras acciones no son dignas de Dios. Somos pecadores y caemos, pero al Señor no le interesa una caída. Le interesa nuestra lucha y nuestras intenciones. Le interesa cómo es la trama general de nuestra vida.
 
Por eso hoy vamos a pedirle muy especialmente a Él, que nunca seamos falsos profetas, que podamos ser árboles fértiles y sanos, que den abundantes frutos.
 
La advertencia del Señor es clara, al árbol malo se lo corta y se lo hecha al fuego.

Cabo de Palos

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