miércoles 3 de noviembre de 2010
El celibato y la pederastia.
CREDITO:
Rubén Aguilar Valenzuela
El celibato sacerdotal es una medida disciplinar, no pertenece al contenido del dogma, que debe ser revisada para volver a ser opcional como ocurrió en los primeros siglos del cristianismo y aún se mantiene así en la tradición de las iglesias ortodoxas, greco-católicas y en la iglesia maronita y siro-malabar.
El celibato sacerdotal es una medida disciplinar, no pertenece al contenido del dogma, que debe ser revisada para volver a ser opcional como ocurrió en los primeros siglos del cristianismo y aún se mantiene así en la tradición de las iglesias ortodoxas, greco-católicas y en la iglesia maronita y siro-malabar.
La medida se hizo obligatoria a partir del siglo XI-XII y tiene sus antecedentes en el Concilio de Elvira (hoy Granada, España) en el 306. Recientemente el obispo de Viena, el cardenal Christoph Schoenborn, pidió un “cambio de visión” frente al celibato. El Vaticano de inmediato reaccionó en contra, pero el tema de la discusión está abierto.
Entre otras voces que piden el fin del celibato obligatorio de los sacerdotes están las del teólogo suizo Hans Küng y el escritor alemán Günter Grass, hijo de una familia católica. No hay una relación directa entre pederastia y celibato. El tema trasciende, con mucho, ese crimen que siempre debe condenarse.
Es un problema, como bien lo plantea Küng y también la UNICEF, que ocurre mayoritariamente en las familias donde se concentra 95% de los casos. El perfil “normal” de los abusadores son hombres casados y padres de familia. Sucede también como lo afirma el teólogo suizo en “asociaciones religiosas, iglesias y religiones en las cuales no rige la ley del celibato para los ministros”.
El historiador Jean Meyer ha planteado, a partir de la evidencia, que la pederastia, que en 90% de los casos se concentra en niños, no se va a terminar si se aprueba el celibato voluntario en la Iglesia porque ahí, entre otras cosas, no está el mayor de los problemas. La gran cantidad de los abusos sexuales no es, como lo dice Küng, un problema sólo clerical.
Estudios citados por Meyer revelan que en Estados Unidos, por ejemplo, uno de cada 10 hombres, 10% de la población masculina, ha sufrido algún abuso sexual. En su gran mayoría por miembros y amigos de la familia. En menor medida por maestros y clérigos de todas las confesiones donde algunos son casados.
El celibato, por otras muchas y válidas razones, debe ser una opción voluntaria, como lo es en otras iglesias cristianas. En la primitiva Iglesia, la más cercana a los tiempos de Jesús, el celibato no fue un tema y en todo caso era opcional. La mayoría de los primeros apóstoles era hombre casado.
La supresión del celibato obligatorio no resolverá el problema de los curas pederastas. Al interior de la Iglesia lo único que lo puede solucionar, como lo plantea Meyer, es abolir para siempre la hipocresía, la cultura del secreto y la protección de los delincuentes supuestamente para evitar el escándalo que en realidad siempre lo hace mayor
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