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sábado, 4 de agosto de 2012

Fwd: [Unosmomentos] Lecturas del 4 y 5-8-12 (Sábado de la Semana 17 y Domingo de la 18)



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De: "Unos momentos" <unosmomentos@fibertel.com.ar>
Fecha: 4 de agosto de 2012 05:24:13 GMT+02:00
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Asunto: [Unosmomentos] Lecturas del 4 y 5-8-12 (Sábado de la Semana 17 y Domingo de la 18) 
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Lecturas del 4 y 5-8-12 (Sábado de la Semana 17 y Domingo de la 18) 
 
 
Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 4-8-12 (Sábado de la Semana 17)

SANTORAL:
San Juan María Vianney
 
Lectura del libro del profeta Jeremías 26, 11-16. 24
 
Los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos.»
Pero Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo: «El Señor es el que me envió a profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que ustedes han oído. Y ahora, enmienden su conducta y sus acciones, y escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal con que los ha amenazado. En cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo. Pero sepan que si ustedes me hacen morir, arrojan sangre inocente sobre ustedes mismos, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque verdaderamente el Señor me ha enviado a ustedes para decirles todas estas palabras.»
Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Sin embargo, Ajicám, hijo de Safán, protegió a Jeremías e impidió que fuera entregado en manos del pueblo para ser ejecutado.
 
Palabra de Dios.
 

SALMO  Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34 (R.: cf. 14)
 
R. Respóndeme, Dios mío, en el tiempo de gracia.
 
 Sácame del lodo para que no me hunda,
 líbrame de los que me odian
 y de las aguas profundas;
 que no me arrastre la corriente,
 que no me trague el Abismo,
 que el Pozo no se cierre sobre mí.  R.
 
 Yo soy un pobre desdichado, Dios mío,
 que tu ayuda me proteja:
 así alabaré con cantos el nombre de Dios,
 y proclamaré su grandeza dando gracias.  R.
 
 Que lo vean los humildes y se alegren,
 que vivan los que buscan al Señor:
 porque el Señor escucha a los pobres
 y no desprecia a sus cautivos.  R.
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
 
La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos.»
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.» Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
 
Palabra del Señor.
 
  
 
Reflexión 
 
Comienza este evangelio, comparando a Jesús con Juan el Bautista. En todo el Evangelio "subyace" esta comparación.
Esto prueba el "impacto" que la predicación de Juan Bautista había tenido en la opinión pública.
 
Herodes oyó lo que contaba Jesús y dijo: "este es Juan Bautista que ha resucitado".
 
Herodes tenía en su conciencia la muerte de Juan y temía un castigo divino y Jesús le aparecía como una reviviscencia de aquel que había creído decapitar.
El rey, aunque creyendo, podría decirse de modo supersticioso en esta intervención milagrosa de Dios, estaba más cerca de la verdadera personalidad de Jesús, que los habitantes de Nazaret que veían en Jesús sólo al carpintero.
 
Y el evangelio en este pasaje -como en muchas otras situaciones-, toma frente a ciertos grandes riesgos, una posición terminante, aún a riesgo de conducir a los creyentes hasta el martirio...., por el hecho de defender una cierta idea del hombre.
 
Esto nos hace preguntarnos si nosotros ¿somos capaces de comprometernos por la verdad, la justicia, la moral?
 
La muerte de San Juan Bautista se atribuye al rencor de Herodías, esposa de Filipo, hermano de Herodes Antipas, con la que éste estaba mal unido.
Juan en su predicación al pueblo y en sus consejos al rey, le había reprendido severamente su adulterio.
Herodes respetaba al Bautista y hasta le pedía consejo. Por otra parte, temía al pueblo, que veneraba a Juan como a profeta.
En la historia queda vivo el testimonio de Juan el Bautista, siempre fiel a su llamado. Fue el Heraldo del reino de Dios. Lo preparó con su predicación, lo anunció ya presente en Jesús y lo confirmó con su sangre.
 
Leyendo despacio este hermoso relato, aprendemos, además de la lección de fidelidad de Juan Bautista, la más triste lección de adónde nos pueden llevar el odio y el rencor de aquella mujer Herodías, y la indecisión y cobardía del rey Herodes.
 
Herodes si le hubiera sido posible, hubiera evitado la muerte de Juan, pero aunque se entristece al oír la extraña petición de la muchacha, cede, sin embargo, al impulso de placer insensato y del amor propio y falso respeto humano.
 
¿No se repite este triste hecho y por motivaciones parecidas, aunque en cosas de menor gravedad, en nuestra propia vida?
¿Cuántas veces hemos traicionado al Señor y a los hermanos por el qué dirán?.
 
Juan el Bautista corona su misión con la muerte gloriosa de los profetas. A Herodes Antipas, Jesús le llamará zorro. Herodes no deja de ser un pobre y triste hombre, mientras que Juan es el mayor de los profetas del Antiguo Testamento.
 
Vamos a pedirle hoy al Señor que seamos, a ejemplo de Juan el Bautista fieles a lo que Jesús nos enseñó, aunque a veces el precio a pagar sea el del aislamiento, la burla o el desprecio humanos.
 
 
Varón feliz de méritos excelsos,
que mantienes sin mancha tu pureza,
santo ermita, mártir esforzado,
    magno profeta.
 
Hoy, cuando triunfas valerosos, arranca
de nuestro pecho el corazón de piedra
el camino torcido guía, allana
    las asperezas.
 
Porque, al venir el Redentor piadoso
y libres ya las mentes de torpeza,
se digne colocar sus plantas límpidas
    sobre la tierra.
 
La corte celestial con alabanzas
a tí, Dios trino y uno, te celebra,
mientras los redimidos imploramos
    hoy tu clemencia. Amén
Himno de la Liturgia de las Horas

SANTORAL: San Juan María Vianney

Nació en el pequeño caserío de Dardilly, cercano a Lyón, el 8 de mayo de 1786. Durante su niñez cuidó un rebaño. Eran los tiempos de la revolución francesa. Los religiosos se ocultaban, perseguidos, y Juan Bautista María recibió la primera comunión en un pajar, a los trece años de edad.

El ejemplo de aquellos heroicos sacerdotes conmovió al pastor de ovejas, quien deseó ser pastor de almas. Llegó el concordato napoleónico y la paz empezó a brillar sobre las iglesias de Francia. Tenía veinte años de edad cuando logró dejar la casa de sus padres e ingresar en el seminario. Antes no le había sido posible por dificultades económicas.

Después de superar muchos obstáculos, el 13 de agosto de 1815 fue ordenado sacerdote. Tenía ya veintinueve años. Durante tres años más continuó estudiando teología, al cabo de los cuales lo designaron párroco de la localidad de Ars, que no habría de abandonar por el resto de sus días.

El 9 de febrero de 1818, Ars lo vio llegar. Triste, nuestro santo contempló el pueblo, un villorrio abandonado, sucio, pobre. Siguieron los días. La taberna y las casas de juego absorbían los gustos de gran parte de la población, compuesta de hombres ignorantes, indiferentes y llenos de desprecio hacia el cura intruso. ¿,Para qué lo necesitaban?

Vianney comenzó por ordenar la iglesia; hubo que reparar el altar, destrozado, y remendar con tablas el piso, carcomido por las ratas. Fabricó bancos para que pudieran sentarse durante la misa; pulió la campana herrumbrada.

Visitó hogares, bautizó, enseñó el catecismo, preparó a los chicos y a los grandes para la primera comunión. Los enfermos recibían los sacramentos. Durante el día era el mensajero de Dios. De noche, estudiaba teología, preparaba sus sermones y leía la vida de los santos. Los domingos sólo las mujeres y los niños escuchaban misa. Tardaron unos meses en agruparse los hombres. Su laborioso apostolado lo llevó a formar cofradías con la ayuda de sus primeros amigos. El pueblo sin fe se transformó en un pueblo con fe. "Vivimos al lado de un santo" , era el comentario habitual de la gente. De todos los lugares llegaban para conocerlo. Por sus manos pasaban importantes sumas de dinero, que el destinaba a los pobres íntegramente.

Se lo veía vistiendo una deshilachada sotana de color indefinido, sus zapatos siempre rotos. Ars necesitaba una escuela, un templo, un hospicio, un hospital, y el padre Vianney los hizo edificar. Fundó también un asilo llamado La Providencia para niños y jóvenes huérfanos o abandonados. Comía escasamente y dormía poco; confesaba durante dieciséis horas diarias. Así, durante cuarenta años, trabajó en la pequeña aldea de Ars.

Oraba y pedía a Dios. El mundo reconoció su virtud y a partir de 1827 comenzó aquel desfile de peregrinos, unos veinte mil por año, que llegaban de todos los lugares de Europa y América para ver al santo. Dios le había otorgado el don de profecía y en forma de recuerdos se le presentaban conocimientos de hechos ignorados que sorprendían a los penitentes.

El cura de Arsfue el apóstol de su siglo. Murió el 4 de agosto de 1859, razón por la cual hoy es el día del párroco. Certeras palabras las del obispo al despedir los restos mortales de san Juan María Vianney: "¡Oh tu, siervo bueno y leal! Ya que fuiste fiel en lo poco, quiero encargarte de lo mucho. ¡Ven, entra en el reino de los cielos!

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Santos: Agabio, Aristarco, confesores; Atón, Varos,  Baldomero, Centola, Elena, Crescencio, Justino, Eleuterio, Epifanio, Isidoro, Eudoxia, Onofre, Peregrino, Vicenciano, Perpetua, Tertuliano, mártires; Rainiero, obispo.

 
 
Unos Momentos con Jesús y María
 

Lecturas del 5-8-12 (Domingo de la Semana 18)

 
SANTORAL:
   Virgen Blanca - Dedicación de la Basílica de Santa María Mayor
 
Lectura del libro del Exodo 16, 2-4. 12-15
 
 En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. «Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»
 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
 Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios."»
 Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: «¿Qué es esto?» Porque no sabían lo que era.
 Entonces Moisés les explicó: «Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento.»
 
Palabra de Dios.
 

SALMO Sal 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54 (R.: 24b)
 
R. El Señor les dio como alimento un trigo celestial.
 
 Lo que hemos oído y aprendido,
 lo que nos contaron nuestros padres,
 lo narraremos a la próxima generación:
 son las glorias del Señor y su poder.  R.
 
 Mandó a las nubes en lo alto
 y abrió las compuertas del cielo:
 hizo llover sobre ellos el maná,
 les dio como alimento un trigo celestial.  R.
 
 Todos comieron un pan de ángeles,
 les dio comida hasta saciarlos.
 Los llevó hasta su Tierra santa,
 hasta la Montaña que adquirió con su mano.  R.
 
 
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso 4, 17. 20-24
 
 Hermanos:
 Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos.
 Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.
 De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.
 
Palabra de Dios.
 
 
X Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 24-35
 
 Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
 Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?»
 Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
 Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.»
 Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?»
 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.»
 Y volvieron a preguntarle: «¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo.»
 Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.»
 Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»
 Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.»
 
Palabra del Señor.
 
 
Reflexión 
 
 
Nosotros tenemos hambre y sed. Es Cristo el que llena nuestras aspiraciones de verdad.
Sólo en Cristo podremos saciar esa  nuestra hambre y nuestra sed.
Jesús se quedó como alimento en el Pan de la Eucaristía, para que el mundo uno sufra más hambre.
 
Los judíos rechazaban que Jesús fuese el pan bajado del cielo. No podían ni querían aceptar en aquel hombre pobre y sencillo, al enviado del Padre, del que había recibido el poder de dar la vida eterna. Eran incapaces de ver en Jesús, al Hijo de Dios.
¿Por qué?
Porque no querían escuchar al Padre, cuyo designio era ¨que todo hombre que ve al Hijo y cree en él, tenga la vida definitiva, y pueda ser resucitado en el último día¨.
 
Nadie puede creer en Jesús, si el Padre no lo empuja hacia él, sin la gracia del Espíritu Santo.
La clara voluntad del padre es darnos la vida y la resurrección, la salvación definitiva por medio de nuestra adhesión a Cristo.
Si creemos de verdad en él, ya tenemos desde ahora la vida eterna. Nuestra respuesta debe ser abrirnos al Espíritu Santo, para que nos enseñe a ser dóciles al Padre, que nos quiere dar la vida por Jesús.
 
Por eso, al creer, en Jesús y adherirnos a él, tenemos ya desde ahora la vida eterna.
Nos han enseñado a esperar la vida eterna después de la muerte.
Y por cierto que será entonces cuando podamos alcanzarla en plenitud. Cuando el Señor nos resucite.
Pero lo fe en Cristo, nos permite tener aquí también la vida verdadera.
No podemos llegar al Padre, sino por Cristo. Es Jesús quien nos hace visible al Padre. El nos da a conocer el designio amoroso del Padre.  Y nos dice que nada de lo que el Padre le ha confiado puede perderse. Jesús nunca nos rechaza
 
Dice el Señor: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a Mí no pasará hambre. Y el que cree en Mí nunca pasará sed  "Sólo mediante la Eucaristía es posible vivir las virtudes heroicas del cristianismo: la caridad hasta el perdón de los enemigos, hasta el amor a quien nos hace sufrir, hasta el don de la propia vida por el prójimo; la castidad en cualquier edad y situación de la vida; la paciencia, especialmente en el dolor y cuando se está desconcertado por el silencio de Dios en los dramas de la historia o de la misma existencia propia. Sed siempre almas eucarísticas para poder ser cristianos auténticos. Verdaderamente, la vida sin Cristo se convierte en un áspero desierto en el que cada vez se está más lejos de la meta.

La Eucaristía es la suprema realización de aquellas palabras de la Escritura: son mis delicias estar con los hijos de los hombres (Proverbios 8, 31). Jesús Sacramentado es verdaderamente el Emmanuel, el Dios con nosotros, que se nos da como alimento para una nueva vida, que se prolonga más allá de nuestro fin terreno. Podemos preguntarnos: ¿Cómo me preparo para recibirte? ¿Cómo es mi fe, mi alegría..., mis deseos? Hagamos propósitos pensando en la próxima Comunión que vamos a realizar, quizá dentro de pocos minutos o de pocas horas. No puede ser como las anteriores: ha de estar más llena de amor.

Cuando comulgamos, Cristo mismo, todo entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, se nos da en una unión inefablemente íntima que nos configura con Él de un modo real, mediante la transformación y asimilación de nuestra vida en la suya. Cristo, en la Comunión, no solamente se halla con nosotros, sino en nosotros. Cristo está verdadera, real y sustancialmente presente en nuestra alma después de comulgar. El alma se convierte en templo y sagrario de la Trinidad Beatísima: Y la vida íntima de las tres Divinas empapa y transforma el alma del hombre, sustentando, fortaleciendo y desarrollando en él el germen divino que recibió en el Bautismo. Cuando nos acerquemos a recibirle le podemos decir: "Señor, espero de Ti; te adoro, te amo, auméntame la fe. Se el apoyo de mi debilidad, Tú, que te has quedado en la Eucaristía, inerme, para remediar la flaqueza de las criaturas" 
 
 
Por eso hoy, vamos a darle gracias a Jesús, por ser el pan de Vida que nos alimenta en cada Eucaristía para fortalecernos en nuestro camino hacia el Padre, y vamos a decirle a nuestro Padre, que regale el don de la fé, de una fe incondicional en Cristo, que murió y resucitó para conseguir la Vida Verdadera a cada uno de nosotros.
Acudamos a Santa María, Ella nos dará sus mismos sentimientos de adoración y de amor.
 
Que la lengua humana
cante este misterio:
la preciosa sangre
y el precioso cuerpo.
Quien nació de Virgen
Rey del universo,
por salvar al mundo,
dio su sangre en precio.
 
Se entregó a nosotros,
se nos dió naciendo
de una casta Virgen;
y, acabado el tiempo,
tras haber sembrado
la palabra al pueblo,
coronó su obra
con prodigio excelso.
 
Fue en la última cena
-ágape fraterno-,
tras comer la Pascua
según mandamiento,
con sus propias manos
repartió su cuerpo,
lo entregó a los Doce
para su alimento.
 
La palabra es carne
y hace carne y cuerpo
con palabra suya
lo que fue pan nuestro.
Hace sangre el vino,
y, aunque no entendemos,
basta fe, si existe
corazón sincero.
 
Adorad postrados
este Sacramento.
Cesa el viejo rito;
se establece el nuevo.
Dudan los sentidos
y el entendimiento:
que la fe no supla
con asentimiento.
Himno de la Liturgia de las Horas

 

 

SANTORAL:  Virgen Blanca - Dedicación de la Basílica de Santa María Mayor

Resulta que una vez, en Roma, allá por el siglo IV, había un matrimonio que poseía muchos bienes. El se llamaba Juan. Como no tenían hijos, decidieron dejar heredera de todos sus bienes a la Santísima Virgen. Y pedían con insistencia que nuestra Señora les manifestase qué cosa de su mayor agrado podrían hacer por ella.

La noche del 5 de agosto se les apareció la Virgen en sueños. Y les dijo que su deseo era que le levantaran un templo en el monte Esquilino, en cuya cima hallarían marcado el sitio.

Y fueron a contárselo al papa Liberio (352-366), el cual había tenido el mismo sueño esa noche.

El papa mandó juntar al clero, y acompañados de este feliz matrimonio se dirigieron al monte Esquilino, donde encontraron marcado con nieve el plano del templo que habían de edificar,

Había en Roma muchos oratorios dedicados a nuestra Señora. Pero se pensó que éste debería ser considerado el primero de todos ellos. Y por eso se le llamó el de Santa María la Mayor.

Por aquello de la nieve, esta advocación de la Virgen ha tomado el nombre de Santa María de las Nieves, o la Virgen Blanca. Es patrona de Vitoria, porque así lo dispuso el mismo rey que la fundó, Sancho el Sabio de Navarra, en 1181.

Otras celebraciones de hoy: Dedicación de la Basílica de Santa María (María de las Nieves). Nuestra Señora de África, patrona de Ceuta. Santos: Hilaria, Digna, Cantidio, Cantidiano, mártires; Casiano, Memio, Teodorico, Venancio, Emigdio, obispos; Abel, Nona, confesores; Viator, eremita.

 

 


Aclaración: Se han utilizado para la preparación de las reflexiones que acompañan las lecturas, textos de distintos autores: Hablar con Dios del P. Fernández-Carvajal, Cinco Minutos con Dios del P. A. Milagros, Meditaciones del Pueblo de Dios del P. E. López Rosas, Buenas Noticias para cada día del P. J.M.Garuza, Encuentros Bíblicos del P. M. Wiechs, Por los Caminos del Señor del Card. C. Martini, Palabra de Dios para cada día del P. N Quesson, Pensar por Libres del P. E. Monasterio, etc.. y los comentarios de la Biblia Latinoamericana y de EUNSA.  También se han incluido Himnos y Salmos de la Liturgia de las Horas y se han utilizado las biografías de Amigos de Dios y de los Hombres, de Esther Pizzariello de Leoz, y 365 Historias de Clovis Bovo, para la preparación del Santoral.

Los realizadores de esta recopilación de textos no pretenden en ningún caso atribuirse la autoría de los mismos, ni persiguen ningún fin de lucro ni otro, que no sea la propagación de la Palabra de Dios y la doctrina católica.
 
Unos Momentos con Jesús y María
 
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