La institución debe encarar firmemente la realidad, señala el clérigo
Carolina Gómez Mena
Periódico La Jornada
Domingo 9 de mayo de 2010, p. 20
Domingo 9 de mayo de 2010, p. 20
El mal manejo que durante décadas se hizo en la Iglesia católica de los casos de pederastia clerical, donde fue constante
adoptar medidas equivocadas, derivó en la problemática actual: un
escándalo social que ha causado una profunda crisisen la institución, señaló Abelardo Alvarado Alcántara, obispo auxiliar emérito de la arquidiócesis de México.
Manifestó que el problema se ha mezclado con
informaciones distorsionadas, lo cual no resta culpa a la institución.
El prelado, quien de 1999 a 2004 ocupó la secretaría general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, en una reflexión sobre el tema, detalla que ante el conocimiento de estos casos, los obispos optaron por una
política de encubrimiento, silencio e impunidad, y de no dar crédito a las denuncias, así como realizar
llamados de atención en privadoy
pretender comprar el silencio de las víctimas y someterlas a presiones sicológicas y morales, chantajes y amenazas.
En un escrito de siete cuartillas, cuyo contenido se dará a conocer en el relanzamiento del sitio electrónico Centro Católico Multimedial, de la Sociedad de San Pablo, el obispo critica la práctica que se ha desarrollado durante años para
tratar a los sacerdotes que han abusado de niños, cuando la realidad es que la pederastia es una desviación patológica sin curación.
Critica la denominada
cura geográfica, pues a los clérigos acusados de estos
delitos y pecadosse les enviaba a
centros de rehabilitación, a tratamientos y evaluaciones sicoterapéuticas, o bien los trasladaban
de parroquia, diócesis o país.
Refiere que en muchos casos
tanto los incriminados como sus superiores ofrecieron e incluso pagaron sumas de dinero extrajudiciales para evitar que el escándalo saliera a la luz pública. Agrega que
obispos y superiores veían como asunto médico y disciplinario del sacerdote y estaban preocupados por mantener el tema en secreto y cuidar la imagen tanto de la Iglesia como de los sacerdotes.
Al remarcar que el papa Benedicto XVI ha reconocido la
gravedad de los delitos, está determinado a
extirpar esa lacra de la Iglesia con mano firmey ha expresado
especial compasión hacia las víctimas, además de adoptar otras medidas, Alvarado estima que
la Iglesia no se debe recluir en sí misma, sino encarar clara y firmemente la realidad, buscando la verdad y actuando en favor de la justicia y apoyo a las víctimas.
Indica que es
esencial hacer un diagnóstico correcto del problema y no desviar la atención hacia otras cuestiones, porque la pederastia es una
desviación patológica de las personasy, por tanto,
el problema se debe encarar directamente.
Da gusto encontrarse a alguien dentro de la Iglesia clerical con sentido común.
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