La reunión, que marcó el viaje del Pontífice a Malta, duró veinte minutos y se celebró en la capilla de la Nunciatura, en la localidad de Rabat.
Tras rezar todos juntos, el Papa habló una a una con esas ocho personas y, según el portavoz vaticano, Federico Lombardi, estaba profundamente conmovido por las historias que le narraron y expresó "su vergüenza y pesar por lo sufrido por las víctimas y sus familias".
El Pontífice les aseguró que la Iglesia "está haciendo y continuará haciendo" todo lo que esté en sus manos para investigar las acusaciones, "para llevar ante la justicia a los responsables de los abusos y para adoptar medidas efectivas orientadas a salvaguardar a los jóvenes en el futuro".
Benedicto XVI reiteró con esas palabras su línea de "tolerancia cero" para los casos de pederastia y, en el espíritu de su reciente carta a los católicos de Irlanda, rezó para que todas las víctimas de abusos experimenten "curación y reconciliación, permitiéndoles seguir adelante con renovada esperanza".
El encuentro se produjo en un ambiente de "serenidad y sin tensión", dijo Lombardi, y tras el mismo las ocho víctimas manifestaron su "satisfacción".
Lawrence Grech, de 37 años y uno de la decena de muchachos del Orfanato San José, de Santa Venera, que sufrieron abusos desde 1980, quien asistió al encuentro, explicó que dieron las gracias al Papa y se quitaron "un gran peso de encima, una pesadilla que nos ha turbado durante años".
Grech añadió que vio al Pontífice "llorar de emoción" y que contempló en su rostro la "humildad de la Iglesia".
Esta ha sido la tercera vez que el Papa Ratzinger se reúne con víctimas de abusos sexuales, pues ya lo hizo durante sus viajes a EEUU y Sidney (Australia), en abril y julio de 2008.
En Malta, según datos de la Iglesia Católica, 45 sacerdotes han sido investigados por abuso de menores.
De esos 45 casos, 19 fueron declarados "sin fundamento", mientras que 13 siguen abiertos.
Cuatro sacerdotes fueron sometidos a proceso canónico, declarados culpables y reducidos al estado laical, y otros dos han muerto ya.
El viaje a Malta tenía como objetivo conmemorar el 1.950 aniversario del naufragio de san Pablo, un evento que permitió la llegada y expansión del cristianismo a la isla, pero desde el primer momento estuvo marcado por los escándalos de pederastia en la Iglesia, que incluso han llegado a salpicar al Papa.
Ya en el avión que le llevaba desde Roma a La Valeta, el Papa lamentó que la Iglesia está herida por "nuestros pecados", pero Cristo ama a esa Iglesia y su Evangelio es la verdadera fuerza que "purifica y sana".
Además de la pederastia, los otros temas tratados durante el viaje fueron la inmigración, la defensa de la familia y la condena del aborto.
El archipiélago de Malta, en medio del Mediterráneo, es un punto en el camino de los inmigrantes africanos hacia Europa y sus aguas se han cobrado centenares de vidas de personas que buscaban la "tierra prometida" en el viejo continente.
En su visita, Benedicto XVI dijo que la inmigración es un gran problema que no puede resolver Malta de forma solitaria, sino que "todos debemos responder a ese desafío, esforzarnos para que toda esa gente pueda encontrar un trabajo en su tierra y tener una vida digna, también en los nuevos lugares adonde llegan".
Después en una reunión con los jóvenes, insistió y pidió de nuevo a Malta que "socorra" a los inmigrantes y asegure que sus derechos "sean respetados".
En un país donde el 94,4 por ciento de sus habitantes es católico y está prohibido el divorcio y el aborto, el Papa pidió a los malteses que continúen defendiendo la indisolubilidad del matrimonio "como una institución natural y sacramental" y que defiendan la familia y la sacralidad de la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Benedicto XVI, que el viernes cumplió 83 años, fue acogido calurosamente en estos dos días por varios cientos de miles de personas, que le cantaron "cumpleaños feliz".
Tras esta visita, el Papa irá a Portugal en mayo, en junio a Chipre, en septiembre a Gran Bretaña y en noviembre se desplazará a Santiago de Compostela y Barcelona, en su segundo viaje a España.
EFE JL/cps/acm
No solo es necesario llevar a los clérigos pederastas ante la justicia ordinaria para que recaiga sobre los corruptos todo el peso de la misma como cualquier ciudadano de a pié. También se hace necesario encausar a los encubridores y sentarlos en el banquillo pero sobre todo se ha de tener en cuenta que ninguno de ellos puede ostentar ninguna responsabilidad en los órganos de dirección de la Iglesia clerical. Por lo tanto hay que renovar muchos prelados, moverlos de los sillones y que sean otros que estén limpios de cualquier consentimiento o connivencia con la pederastia y sobre todo cerrar el paso para que ninguno pueda acceder a ser papable.
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