La anulación psíquica, educación para la educación.
A los "pastores" y "rectores" espirituales de la Iglesia Católica se les inculca una férrea obediencia que anula su personalidad y engendra un temor reverencial, bien que irracional, hacia la autoridad divinamente constituida. Así viven los años jóvenes de su formación.
Por otro lado se les anula el sentido del amor por la represión absurda de sus pulsiones más humanas –y animales, podríamos decir--.
Se les inculca un sentido del desprendimiento que nada tiene que ver con la productividad y de ahí la infravaloración del trabajo (desde los primeros tiempos bíblicos).
¿Cómo gente, así formada y deformada, puede inculcar valores verdaderamente humanos que inciten al progreso y al bienestar de la humanidad?.
CELIBATO PRODUCTIVO. Quizá no fuese su primera intención tan descarada al imponer determinadas leyes "antinatura" como es la del celibato, pero hay que contemplar las cosas también bajo prismas más a ras de tierra.
El celibato sacerdotal no se sostiene ni como doctrina, ni como modelo de perfección ni como praxis siquiera, pero tiene connotaciones laborales ventajosas, muy ventajosas: mano de obra masculina "libre de cargas" (pagar menos y recibir más); poder tener, para el oficio asignado, personas muy cualificadas; disponibilidad temporal y geográfica absoluta; trabajadores sumisos por convicción propia; aún con hijos bastardos semi-reconocidos, herencias seguras para la organización...
En el caso de frailes y monjas es todavía más lacerante esa connotación. Siempre el beneficio es de la sociedad y nadie se considera dueño de la misma.
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